El año pasado no se instaló ningún MW de potencia nuevo, y solo 135 en 2020-24
La calidad del viento en Galicia, por su constancia y otras variables, hacen de nuestra tierra un lugar idóneo para su aprovechamiento energético. El viento es un recurso autóctono, limpio y renovable. Treinta años de desarrollo eólico en un tercio de los municipios gallegos constatan la buena convivencia de los aerogeneradores con las personas y los animales. La construcción de parques conlleva el acondicionamiento del lugar, la limpieza y el desbroce del monte, y la apertura de caminos y cortafuegos. La contribución de su instalación y puesta en operación contribuye de forma relevante a las arcas públicas (concellos, Xunta y Estado), y suponen pingües ingresos para las economías locales.
Sin embargo, es claramente insuficiente la generación eólica actual, que en 2023 apenas superó los 9.000 GWh. En una delicada y compleja coyuntura de transición energética y descarbonización de la economía, un contexto geopolítico de guerra mundial encubierta y dependencia energética, y en plena emergencia climática, Galicia está sujeta a la importación del 66 % de combustibles fósiles. Son argumentos tan graves que urgen mucha mayor producción renovable. Sin embargo, la evolución es, desgraciadamente, negativa. El año pasado no se instaló ni un solo MW nuevo. A final del ejercicio actual se espera llegar a los 53 MW. En el período 2020-24 solo sumarían 135 MW, cuando en 2019 se habían instalado 418. Las cifras de instalación de nueva potencia en los últimos años son demoledoras. Vamos al revés y a contracorriente. Si ampliamos la perspectiva, en 2010, Galicia representaba el 16,3 % de la potencia eólica en España; mientras que hoy solo supone el 12,7 %. Y si hablamos de generación, en 2010, Galicia producía el 19 % de toda la eólica española. Hoy, el 14,5 %.
Las consecuencias industriales de este frenazo a la eólica son tan dramáticas que al menos 32 proyectos estratégicos, que implican 6.380 millones de euros y 14.000 empleos, también están parados, debido a que necesitan nueva energía renovable y barata. Hablamos de unos 3.000 MW, que solo el desarrollo eólico puede ofrecer y colmar. Los inversores empiezan a mirar hacia otros territorios donde hay certeza y seguridad jurídica, así como agilidad en la tramitación de los expedientes. La UE ya instó repetidamente a acelerar los permisos. Necesitamos que la sociedad tome mayor conciencia de la trascendencia de las energías renovables y de la urgencia de su reactivación en Galicia. Estamos en la cola de la transición ecológica del último decenio. Están en juego la seguridad nacional, la salud pública y la equidad energética.