Galicia y el reto climático

Vivimos un tiempo de transición energética donde Galicia corre un serio riesgo de quedarse en fuera de juego. China está implantando la mitad de las energías renovables del mundo, USA invierte 80.000 millones de dólares en renovables cada año y Alemania camina hacia el 40 % de fuentes limpias de toda su energía. Cualquier proceso industrial está asociado actualmente a las energías verdes. Todas las etiquetas deben ser verdes. Por eso, la implantación de más parques eólicos es urgente y saludable.

Una macroencuesta de Naciones Unidas realizada en setenta y siete países revela que el 80 % de las personas entrevistadas quieren que los gobiernos impulsen una mayor acción climática, y más del 70 demanda acelerar el tránsito de los combustibles fósiles a las renovables. Entre tanto, Galicia es prisionera de la importación del 66 % de energía derivada del petróleo, gas y carbón. Cruzando estos datos con la coyuntura geopolítica en la que estamos, como las guerras en Ucrania y Oriente Medio, la consecuencia es que o hacemos más parques eólicos en Galicia o seguimos siendo dependientes en materia energética, quedándonos fuera del mercado industrial de Europa. Están en peligro la salud pública, la equidad energética y la seguridad nacional.

Galicia tiene, al menos, 32 proyectos industriales vinculados al suministro de nueva energía renovable y barata. Hablamos de cerca de siete mil millones de euros de inversión y catorce mil empleos nuevos. Una encrucijada judicial ha frenado drásticamente su desarrollo, de tal forma que el sector se mantiene a la expectativa de que se despeje el horizonte. Pero ya estamos sufriendo la deslocalización de nuestras empresas con afectación de toda la cadena de valor. En las últimas semanas hemos visto cómo multimillonarias inversiones se han ido a Aragón, donde hay seguridad y certeza jurídica, además de facilidades en las complejas tramitaciones administrativas.

La protección del medio ambiente, la ordenación del territorio y el desarrollo de las economías rurales, extraordinariamente depauperadas en muchas zonas gallegas, presiden las planificaciones y actuaciones eólicas. Están sujetas, como es natural, a la correspondiente declaración de impacto ambiental, que en nuestro caso está sometida a una exigente y garantista legislación en materia ambiental, urbanística, patrimonial, arqueológica… Somos rurales, ecologistas y creadores de riqueza.

Si queremos avanzar hacia el desarrollo sostenible, la soberanía energética, la descarbonización de la economía y la neutralización del cambio climático, esta es nuestra oportunidad. Ahora o nunca.

Manuel Pazo

Presidente de la Asociación Eólica de Galicia