Se acaban las oportunidades

Se acaban el año y las oportunidades. Cambio climático, transición energética, urgente electrificación de la economía, dependencia del exterior, desorbitado precio de la luz… Supongo que nadie contradiría tales evidencias que aparecen con recurrencia en la conversación pública. Un informe del Instituto Enerxético de Galicia señala que la sustitución de electricidad procedente de combustibles fósiles por electricidad renovable implica una ganancia de eficiencia energética, ya que las pérdidas asociadas a los diferentes procesos de transformación llegan al 20 por ciento. Y añade que las fuentes renovables autóctonas constituyen solo el 19 por ciento de toda la energía primaria transformada en Galicia. Es decir, tenemos todavía un largo camino por recorrer en la promoción e instalación de fuentes limpias: eólica y solar, porque hidráulica ya no habrá más. Las horas de sol aquí son escasas, pero las horas de viento constante son muchas, lo que convierte la energía eólica en la única vía posible para producir más en Galicia.

La Xunta, en aras de una “ordenación racional del sector”, decide unilateralmente no admitir a trámite nuevas solicitudes de parques eólicos durante año y medio. Sin embargo, a pesar de que hay unos 10.000 MW presentados a trámite, el sector solo pide 2.500 en cinco años. Y en el actual bienio 20-21 apenas se han puesto en marcha 100. No se está construyendo nada y no hay nada a la vista. Pero lo cierto es que la UE destina la mayor parte de sus fondos a fomentar y acelerar las energías renovables, igual que Alemania, ahora con Los Verdes en el gobierno. En cuanto a la conciliación con el medio rural, nuestras empresas trabajan con esa premisa, además de estar obligadas a cumplir una exigente normativa ambiental y urbanística. Y la Administración autonómica, y sus técnicos, velan celosamente para que se cumplan la ley y la norma; a pesar de que hay quién dice lo contrario. En los parques en funcionamiento, unos 180, la alianza económica y social con los propietarios de los montes y sus corporaciones municipales es un hecho, que tiene una historia de 25 años de progreso y bienestar. Porque, además de producir energía limpia y cien por cien eficiente en su transformación a electricidad, genera buenas rentas –superiores a cualquier otro uso forestal o agrícola–, así como empleo de calidad y estable.

Finalmente, es imprescindible una electricidad más barata, porque a 300 € el MW/h, por razones fundamentalmente geoestratégicas, es un disparate. Está demostrado que la eólica ayuda a bajar el precio de la luz. Además, conviene saber que los productores eólicos se la ofrecemos al Estado a 30 € el MW. De ahí que a más eólica, menos precio. Y no olvidemos que la mayor parte de la factura corresponde a distribución o transporte, comercialización, tasas e impuestos; y solo un tercio representa el coste de la producción. Se acaba un año en que algunos han demonizado la energía eólica, pero nuestras oportunidades como sociedad gallega también se acaban. El medio rural necesita las mismas infraestructuras avanzadas que la ciudad para poder abordar en serio su digitalización y, en consecuencia, su supervivencia. Pues la única respuesta es la electricidad renovable. O acordamos un pacto político y social o seguiremos siendo subsidiarios. De partida, el 22 no pinta bien.

Manel Pazo_Presidente Asociación Eólica de Galicia