Galicia, en la encrucijada eólica

Galicia es una región con una fuerte dependencia energética (en 2019 importamos de fuera de Galicia el 71,8% de la energía que consumimos). Y, además, nuestro consumo energético es poco renovable: En 2019, las energías renovables han cubierto solo el 37,8% del consumo final bruto de energía en Galicia (el otro el 62,2% procede de combustibles no renovables, principalmente fósiles). En 2010, la dependencia energética fue del 72,5% y el porcentaje de renovables fue del 35,7%. Es decir, prácticamente no hemos avanzado en el camino de la transición energética en los últimos diez años.

El sector eólico, nuestra principal arma para avanzar hacia un sector energético limpio, sostenible y no contaminante, está paralizado. En 2020 no se puso en marcha ningún parque eólico en Galicia, y en 2021 la potencia puesta en marcha en Galicia es de menos de 50 MW. No hay parques en construcción y tampoco se prevé que en estos meses se inicien construcciones de forma significativa, ya que no se dispone de las autorizaciones necesarias.

El mndo avanza imparable hacia un modelo energético descarbonizado. Si bien no avanza a la velocidad que nos gustaría a muchos, la transformación energética ya no tiene vuelta atrás. A pesar de los esfuerzos de los negacionistas del cambio climático y los pseudo ecologistas contrarios a todo cambio, el mundo ha tomado conciencia de que nuestro modo de producir energía está llevando al planeta a extremos irreversibles, y que la mejor arma para combatir esta situación son las energías renovables.

Galicia no tiene que decidir, por tanto, sobre la transición energética, pues como decimos, es imparable. Pero sí nos encontramos en Galicia ante una encrucijada que nos obliga a tomar una decisión y optar por uno de los dos caminos que se presentan delante de nosotros: ¿Queremos que Galicia se suba al tren de esta transformación o no? Esta es la decisión que hay que tomar.

Hay comunidades autónomas que ya se han posicionado. El gobierno de ERC en Cataluña ha optado por quedarse al margen de este proceso y ha impuesto fuertes restricciones al desarrollo de energías renovables en su territorio. En el polo opuesto, el gobierno de Juanma Moreno Bonilla en Andalucía está haciendo una apuesta total por este sector, con una planificación energética renovable muy ambiciosa para 2030, centrada en el desarrollo ordenado de energías renovables, tanto fotovoltaica como eólica, con el objetivo de que, además, sirvan como palanca de crecimiento económico; una apuesta a la que Andalucía ha denominado “la Revolución Verde”, impulsando el millar de proyectos en tramitación allí, que totalizan más de 20.000 MW de nueva potencia renovable, que suponen más de 23.000 millones de euros de inversión y la generación de  70.000 empleos.

Los grandes partidos en Galicia deben ir de la mano en esta decisión. Frente a la política del “no”, son necesarios valentía y convencimiento de que la energía eólica es el principal aliado de la biodiversidad en Galicia; la principal arma para conservar nuestro medio rural, nuestros paisajes y nuestra naturaleza; fuente de riqueza, crecimiento, sostenibilidad y de energía barata. Toda transición tiene enemigos, y la transición energética no iba a ser menos; pero el futuro será renovable o no será, en Galicia y en el planeta. Esta es la única encrucijada.

Manel Pazo

Presidente de la Asociación Eólica de Galicia (EGA)

Publicado en Sala de prensa.